
Lyle, querido, se que amas a Sylvie Guillem, pero... ¿por qué no nos casamos? Es muy simple: me pongo algo blanco, vamos a una iglesia, mentimos como bellacos, nos casamos y, de banquete, unas castañas asadas. Que le jodan a Sylvie y diviértete conmigo que quiero ser la señora de Beniga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario