Presumiblemente le estoy cogiendo el gusto al baloncesto de Sergio Scariolo y a la Coca-cola, a la misma vez que me muero del asco y me enamoro de las pestañas postizas, mientras que reniego de la chica h
ache, de su intento fallido por ser
mínima y falsamente simpática (se le nota su hipocrecía a kilómetros), torpe bailando con altos tacones, y acordándome
siempre de su abrigo color rosado. Deberíamos admirar la capacidad con la que es capaz de ponerse una camisa de rayas blancas y negras e imitar a Aldo.
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