martes, 28 de diciembre de 2010

dosmildiezvecesloplañiria


Es extraño porque yo en febrero, marzo, abril y mayo olía bien. En enero no, para nada.
Después de junio ya no olía a albaricoque, sino más bien a decadencia. Era un olor a cítricos, capaz de ser olido a las 4 de la madrugada yendo a urgencias o en una tarde en el cine. Presumir de un olor que ya no existe, querer oler de nuevo a verano. Fructificar todo lo bueno que dio de sí, lo malo también ayudó. Todo acaba ocurriendo por algo, incluido sacar fotos y acabar el año tal mal como empezó. El sofá era azul, mi color. Olores y colores, sólo falta el sabor: a mi me gustaba el ron con sabor a hierbabuena. Eso que al igual que todo en los meses de febrero, marzo, abril y mayo era de oro, y que tampoco permaneció.

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