viernes, 25 de marzo de 2011


Hubo un tiempo en el que el desastre se anclaba a todo lo que se quería y que en el infierno no cabía nadie más porque estaba completamente lleno. Pero ahora, a día de hoy, todos tenemos cicatrices, todos tenemos historias. Todos tenemos historias que contar, cicatrices que marcan nuestro cuerpo y un sutil lenguaje corporal que mostrar. Se sabe que los mejores a menudo mueren por su propia mano sólo para huir de sus temores, mientras que aquellos que saben que se quedarán atrás nunca pueden entender porqué alguien querría huir de ellos. Esto es perfectamente entendible: a nadie nos gusta pensar que todo tiene un fin y por ello preferimos acabar con él antes de que se acerque. No existe ninguna máquina del tiempo que consiga hacer que las cosas retornen. Llegué a conocer a una persona que, en cambio, sabía diferenciar entre las pequeñas piezas y cosas de todas partes. Casi todos los días estaba dispuesta a encontrar esas extrañas y hermosas piezas diluidas en rostros ajenos. Lo más importante era que eso la divertía y que tenía la suerte de seguir viva y sin pedir perdón después de tanto tiempo; y esto sí que es perfectamente entendible. 

sábado, 19 de marzo de 2011

Comunicación: es lo primero que aprendemos en esta vida. Lo gracioso es que, en cuanto crecemos, nos aprendemos las palabras y empezamos a hablar. Entonces es cuando empezamos a darnos cuenta de lo difícil que es saber qué decir o cómo pedir lo que realmente necesitamos. Al final de cada día hay cosas de las que queremos evitar hablar, cosas que no queremos oír, y cosas que decimos porque no podemos callárnoslas más. Hay cosas que son más de lo que decimos, son lo que hacemos. Cosas que decimos porque no nos queda otra. Cosas que nos guardamos para nosotros mismos. Sin embargo son sólo eso, cosas. Y no siempre, pero de vez en cuando, son cosas que simplemente hablan por si mismas. Lo siento, pero aquí no se rinde nadie. El momento más grave y grande de mi vida no ha llegado todavía

domingo, 13 de marzo de 2011

Se les ocurrió preguntarme si también me dolía: ¿y a ti te duele?
No me hizo falta pensar respuesta alguna y tan sólo me limité a contestarles con otra retórica: ¿acaso, conoceis alguna verdad que no duela? A día de hoy he aprendido a pelearme con cientos de cocodrilos, a tener el fuego en mis manos, a soñar, a llorar, a borrar con el dedo, a ser niña para siempre y elevar al cielo mi ego, a no jugar con el fuego aunque en su llama arda... pero no he aprendido a que las cosas no duelan, no, todavía no, todavía me queda mucho para poder jugar a ser Dios. A día de hoy tan sólo sigo esperando a la vejez, a la muerte y a que la verdad me hiera.

sábado, 12 de marzo de 2011



Ya cansa.

Aprendí que las malas compañías no son tan malas y que se puede crecer al revés de los adultos; y supe, al fin, a qué saben los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza; y lo que queda después de los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza.

viernes, 11 de marzo de 2011

En la vida llega un momento en el que te conviertes en adulto. Tienes edad para votar, para beber y para hacer otras cosas de adultos. De pronto esperan que seas responsable. “Sé adulto”. Crecemos. Nos hacemos mayores. ¿Pero alguna vez somos adultos del todo? En ciertos aspectos crecemos: creamos una familia, nos casamos, nos divorciamos. Otros nunca crecen, nunca dan la cara. Prefieren no hablar, no enfrentarse a la verdad, a lo que duele, en definitiva... prefieren no enfrentarse a la vida. Sin embargo, el resto de seres humanos en general seguimos con los mismos problemas que cuando teníamos 15 años. Por mucho que crezcamos y nos hagamos mayores, seguimos tropezando. Siempre dudando. Eternamente jóvenes… 

Pa' tu culo.
Las desapariciones, suceden. Los dolores se van. La sangre deja de fluir. Y la gente se desvanece.

Tengo más que decir, mucho más... pero he desaparecido.

Tan sólo quítame la venda... sin anestesia.
Una y otra vez. En la vida hay algo seguro aparte de la muerte y de los impuestos: por mucho que te esfuerces, por muy buenas que sean tus intenciones, cometerás errores, harás daño y te lo harán a ti; y si quieres recuperarte solo puedes hacer una cosa... perdonar y olvidar, es lo que dicen. Es un buen consejo pero no es muy práctico, cuando alguien nos hiere deseamos herirle, cuando alguien nos trata mal queremos tener razón, sin perdón las cuentas pendientes no quedan saldadas, las heridas no cicatrizan y lo máximo que podemos esperar es que algún día tengamos la suerte de olvidar. Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas heridas. Algunas heridas se cierran dejándonos sólo una cicatriz pero otras no. Algunas cicatrices las llevamos a todas partes y aunque la herida cierre el dolor persiste. ¿Cuáles son peores: las nuevas heridas terriblemente dolorosas o las viejas que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron? Quizás las viejas heridas nos enseñan algo, nos recuerdan donde hemos estado y lo que hemos superado, nos enseñan que debemos evitar en el futuro o eso creemos, aunque en realidad no es así, hay cosas que debemos aprender una y otra vez. Otra cosa distinta es hablar de dolor. El dolor adopta formas diversas: una punzada, una leve molestia, dolor sin más, el dolor con el que convivimos a diario ... pero hay dolor que no podemos ignorar, un dolor tan enorme que borra todo lo demás y hace que el mundo se desvanezca hasta que solo podemos pensar en cuanto daño hemos hecho. ¿Y cómo enfrentarnos al dolor? Depende de nosotros. Hay que anestesiarlo, aguantarlo, aceptarlo, ignorarlo. Sin embargo para algunos, la mejor manera de enfrentarse a él es seguir viviendo.  Yo pienso que el dolor sólo hay que aguantarlo, esperar a que se vaya por si solo y a que la herida que lo ha causado cicatrice. No hay soluciones ni respuestas sencillas, solo hay que respirar hondo y esperar a que se calme. La mayoría de las veces el dolor puede aliviarse, pero a veces llega cuando menos te lo esperas, te da un golpe bajo y no te deja levantar. Hay que aprender a aceptar el dolor, porque lo cierto es que nunca te abandona y la vida siempre lo acrecienta. Una y otra vez.

jueves, 10 de marzo de 2011


Shh... Speechless





miércoles, 9 de marzo de 2011

Es patético: no tengo que darle explicaciones a nadie pero la boca me sabe a sangre.

martes, 8 de marzo de 2011

El mechero que compré era de color violeta, violeta claro tirando a lila. Con él encendía cada uno de los cigarillos que apagaban con su humo nuestras vidas mientras bebíamos cervezas en el bar de la esquina. El camarero pensaba que éramos unos sucios borrachos contando historias sin sentido y con un fin y moraleja que sólo los necios, y los que conocen que es la despedida, comprenden. Él narraba sus aventuras como si de un libro se tratase, se emocionaba, se le veía que le gustaba lo que estaba contándome. Él tenía pasión por lo que decía. Llegó mi turno. Empecé contando mi historia desde hacía un año atrás hasta ese mismo día: que si  me marché creyendo que sería lo mejor para alejarme de los que me hicieron daño, que si no me gusta vivir allí, que si la soledad nunca es bienvenida, que si me gustaba dormir con la luz encendida, que si el sabor amargo me daba escalofríos... y miles de cosas más que, repito, solo los necios saben porqué no se pueden contar. Se notaba que yo no tenía pasión, que sólo bebía, como si quisiese no hablar de mi tema, de mi gente, de mí. Volvimos a encender otro cigarro más. Entre tanto humo ya no nos veíamos ni las caras, pero sabíamos que si queríamos que el otro nos escuchara, esa cortina de humo no sería ninguna tapadera. Ya no tenía esa raya negra en mis ojos, no por el humo, ni por las horas que llevábamos sentados en esos viejos bancos de madera; sino porque sabía que me tocaba desaparecer por un tiempo y que pasaría lo que más temía: que después de tantísimo me tocaría volver a echar de menos. Triste ¿verdad?
Sigo siendo la misma que hoy en día continúa diciendo que a todos nos hace falta de las "instrucciones básicas para el ciudadano común". A día de hoy todavía no me apetece agonizar. ¿Y yo? Pues aquí sigo, dando la cara y compitiendo cada día más. Ganando. Rugiendo. La competición es una lucha de leones: levanta la cabeza, echa los hombros hacia atrás, camina con orgullo y no te lamas las heridas, celébralas. Las cicatrices de tu cuerpo son la marca del campeón. Que hayas estado en una pelea de leones que no hayas ganado no significa que no sepas rugir. 

sábado, 5 de marzo de 2011

Nadie debería guardarse nada. Sin embargo, si cada uno de nosotros hablara, todos los demás callaríamos porque cada palabra dejaría de resultarnos insignificante. En cierto modo, se puede asistir al combate entre lo bueno y lo malo y las promesas juradas con el humo entre dos cigarrillos. Nos asusta creer que mañana ya no tendremos aquello que nos hizo sentirnos grandes, poderosos y creer que éramos Califas pudiendo gobernar el mundo a nuestro antojo, pero jugamos con el placer de saber que hay alguien detrás que siempre estará cuando queramos jugar de nuevo con él o ella cual niños pequeños. A veces nos confundimos pensando porque, como seres humanos que somos, tenemos dentro de nuestras comidas cabezas hojalata en vez de cerebros y hacemos cosas a inconsciencia pensando en que serán divertidas y electrizantes. Somos entes vulgares y escandalosos cada vez más sordomudos porque sabemos que pronto una máquina nos sustituirá, y queremos ir poco a poco dejando de sentir, de vivir, para parecernos más a ella.  Pronto todo acabará, volveré a mi  mundo de batas blancas y nombres científicos especialmente complejos, y la esperanza con la que llegué de recuperar aquello que se perdió se esfumará. Ni siquiera sé si como persona puedo dejar de sentir y ser también una máquina insulsa, aún así esperemos que las sombras existan para poder dibujar siluetas cada vez que la apocalipsis nos aseche. Perdón pequeño.

viernes, 4 de marzo de 2011





Yo tenía una sueca a la que también le gustaba la farra.
Idea ridícula. He decidido algo: comercializar con cosas realmente fétidas. Enseguida se convertirían en éxito en un mercado masivo que realmente apestaHay millones de personas condenadas a una sentencia más tediosa que la mía, y hay millones que se rebelan en silencio contra su suerte. Nadie sabe cuántas rebeliones, además de políticas, se fermentan entre las masas de seres que pueblan la tierra. Sin embargo, cada 7 segundos en este mundo alguien muere sin poder hacer nada por evitarlo. No es que no se quiera hacerlo, es que no hay ganas de ponerse a ello, de molestarse en hacer algo, de cegarse como si no pasase nada ni, mucho menos, de ser nobles. Y aún hoy en día que a mí solo me juzgue Dios, que nadie tiene abogacía para hacerlo con llantos ni con piedad. Que aquel que sepa contar esos 7 siete segundos será el adivino, el de la virtud, el que no es necio. No se nos pasa por la mente calcular que quedó dentro de cada acto que hicimos, y continuamos como si todo siguiese igual, ignorando, implorando, mintiéndonos para poder conseguir tener la mente fría y la conciencia tranquila. En cambio, si nos atacan nos defendemos pensando en necesidades y aumentar nuestro ego y no nuestro orgullo. Mi intención ha sido siempre actuar  mejor, así que no te confundas que todos somos todo lo contrario de lo que decíamos. Y yo creí que estaba a tiempo, que me quedaba algo por dentro, sí pero no. Ya acabó el enganche Mr. Warhol.   

jueves, 3 de marzo de 2011


Vuelve a ser de nuevo 3 de marzo. Quiero dormir esta noche con calcetines que me lleguen hasta la rodillas, porque hoy hace el mismo frío que hacía hace tan solo un año. Aquel que dijo que en la vida podría moverse porque esperaba en la esquina, es el mismo que hoy dice que todo le parece estupendísimo. ¿Estoy harta de buscar en el cielo a los héroes que nos enseñen a volar? No, qué estupidez, todos sabemos que quien dice que desea volar no irá más allá de donde sus ambiciones miren y nunca lo hará hasta donde su mente pueda llegar. Tranquilo, estaré preparada para tu pretensión el 3 de marzo de 2012 y verás como si que estaré "estupendísima". Hiciste y deshiciste acciones. Ahora se acumula y no solo podemos intervenir opinando sino que también asistimos al espectáculo de vidas perpendiculares. Devoramos el mundo, esa bestia sordomuda, para hacernos menos sordos, menos mudos, siguiendo una ley por la cual buscando crear y destruir energía, la encuentras en belleza transformada. Yo no sabía qué pasa cuando un péndulo se detiene porque jamás he visto uno detenido. Caer, subir. 030310.






y que te vaya bonito.








miércoles, 2 de marzo de 2011

La vida

Nadie puede morir queriendo siempre encontrarse con lo más puro, como tampoco puede confundir las farolas con simples focos iluminados. Cuando queda tiempo para aburrirse, yo procuro aburrirme porque el aburrimiento es una forma de descanso. A día de hoy sigo sin ser capaz de saber que huir del vicio es una virtud, y que la primera condición para ser sabio es no ser necio, sin embargo, aunque al principio sólo fue vicio, ahora es virtud, y si todo fuese ojo por ojo, este mundo de "gente muy loca" acabaría ciego.