domingo, 30 de octubre de 2011

...

No existe forma alguna de taladrarle el cerebro. Lo imposible nunca existe.

miércoles, 26 de octubre de 2011

De nuevo, Troya

Tengo miedo de contarte, es tan peligroso. Asusta pero me gusta, es abusivo. Esa es la palabra clave que me cuenta mi subconsciente cuando te me aproximas y pienso que todo está abocado al fracaso. Es como decirte "adiós" sin que aún te hallas despedido. Te apeas de todo cuanto te intento contar, te distrae hasta el vuelo de una mosca. Perdí el rastro de mis pensamientos durante el momento en el que decidiste acostarte en mi cama y no levantarte de allí durante horas. En ese momento dejó de existir espacio, como tampoco existió luz. Solo recuerdo el movimiento de deslizamiento de tus dedos sobre mi espalda y tu huellas contando las decenas de lunares que en ella tengo. Fue entonces cuando me di cuenta de que te seguía teniendo miedo: seguí teniendo miedo de contarte.

Así es como se murieron los dinosaurios.

Ni una ni otro: ni incertidumbre ni riesgo. Solamente nostalgia. Subir escaleras no tiene sentido si nadie lo aprovecha, si nadie puede conocer hasta donde es capaz llegar la fuerza de voluntad del cada vez menos ser humano, cada vez más robot. Supongo que es cuestión de equilibrio, cada vez más balanceado hacia el lado equivocado que al correcto. De que todo llega, confianza tengo, de que esté tardando también. He abandonado cada segundo de los últimos tiempos en creer en "así es como se murieron los dinosaurios". He perdido todo, pero mis tornillos anclan firmemente mi cerebro, ese que odio tanto estudiar. 


viernes, 21 de octubre de 2011

Geometría.

Y aquí estoy, sentada frente a horarios y planes para el día de mañana, frente a días y horas que parece que no pasan. Folios y más folios llenos de conocimientos y de circuitos del Sistema Nervioso. Instantes en los que preferiría estar hablando de geometría frente a la barra de algún lugar observando con detenimiento los hielos de una copa cada vez vacía más y más, hasta que después de 3 ó 4 no consiga ver esos hielos de los que hablo. No se puede pretender seguir con el juego, si siquiera aquel que implique ver derretir hielos dentro de un vaso. Debería estar prohibido jugar, jugando nos mentimos. Me mentí, me quemé, vomité palabras y callé. Sin embargo, aunque la geometría nunca ha sido mi fuerte, la admiro.

Solía rodearme de círculos por donde quiera que pasara.

“I saw you screaming when no one can hear. You always feel ashamed that someone could be that important that without them, you feel like nothing. No one will ever understand how much it hurts. You feel hopeless, like nothing can save you. Then when it’s over, it’s gone, you almost wish you could have all that bad stuff back, so that you can have the good.”



Pero Shh. Perfecto.

jueves, 20 de octubre de 2011

Vainilla

Es cuestión de pensar solamente cinco minutitos al día en cuánto daño y en cuánto bien hemos hecho a lo largo de él. Es tan simple como eso.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Llueve

Ha llegado la lluvia a La Laguna. Gracias señor que controla el Tiempo, es lo mejor que han hecho por mí desde hace mucho. Te rogaría además un poquito de frío de ese que me hace moquear nada más levantarme y me impide despegarme de mi manta de terciopelo rosa.

sábado, 15 de octubre de 2011

Todo




Probablemente, cualesquiera que sean las razones que indiquen que el estado general de la población es melancólico, no son excusa alguna para indicar que lo humano es cruel y que a día de hoy esas razones nadie se las cree. Supongo que fue culpa de la melancolía pero siguió coleccionando conchas y pequeñas piezas de todos lados hasta que no hubo más sitio en donde meterlas. Fue entonces cuando supo que las verdaderas motivaciones actuales se basan en jugar sin ser cazado, pero a día de hoy, ese día todavía no ha llegado y permanece jugando como si estuviéramos hablando de cuando cada uno de nosotros que lee estas líneas tuviese de nuevo la edad de 5 años.

miércoles, 12 de octubre de 2011

FÚTIL

Y como si de un Trastorno Obsesivo Compulsivo se tratase, llamaba a su puerta siempre tres veces. Había oído hablar que "segundas partes nunca fueron buenas" y que "a la tercera va la vencida". Lo ratificó, se hundió, vomitó palabras y nunca más volvió a pronunciar su estúpido nombre. Pudo imaginarse durante cada instante que le quedó de su vida lejos de donde todo había ocurrido, lo que estaría haciendo en ese preciso instante a sabiendas de que con toda probabilidad estaría haciendo lo que se le estaba pasando por la cabeza. Lo conocía todo al dedillo. Era como si estuviera manejando un títere. Si hablamos de probabilidades y de estadística, no hay razón alguna que me impida decir que en razones ajenas a su nombre, ella no creyó nunca que lo tuvo un tanto por cierto o que en una escala del 1 al 10 su sufrimiento rozaba el sobresaliente. Lo único que pensó siempre fue que podría haberlo tenido todo y nunca fue así. Conoció la circunstancia completa cuando no hubo más en lo que cavilar y se le encendió la bombillita de la ironía cuando volvió a oír de un hombre canoso y cincuentón la palabra fútil. Fue por esa ofrenda de aquel hombre al que admiró por ese gesto el resto de sus días, por la que se marchó y jamás y nunca se volvió a hablar de estadística, probabilidad y variables emocionales y aleatorias donde quiera que fuera a parar.