miércoles, 27 de julio de 2011

En general…

En general creo que hay cosas que no se deben decir, que a veces el silencio obligado es mejor que verdades que no se quieren escuchar. Creo que la vida cambia, que cambian muchas cosas, mientras que otras siempre seguirán igual. Para qué cambiar lo que hace especial el hecho de ¿vivir? ¿Dónde quedaron los besos que recordaban a las despedidas de una mujer y su marido antes de que éste partiese a la guerra? Todo se resume en la palabra cansancio, pero no de ese tipo que sientes cuando tienes ganas de sentarte después de un maratón, sino el tipo de cansancio que te desespera después en un año de intriga exasperante y un deseo que nunca llegó de sentar la cabeza y el culo rechoncho y gordo de una jodida vez. Creo que hay demasiada gente en el mundo, demasiada… pero también creo que una vez que creces y deseas sentar la cabecita y que toda tu vida esté de pie y no boca abajo haciendo el pino puente, eso solo te lo puede ofrecer alguien que ya conozca, alguien que ya sepa, alguien que esté, estuvo y estará; en definitiva: un sabio. De esa gente, ya no creo, sino que soy fe de que existen de veras. Son pocos, muy pocos y no muchos, como mucho tequila, mucho amor, mucho sexo y mucha diversión. Necesito un poquito de tequila, de amor, de sexo y de diversión. Lo necesito en dosis escasas, no quiero de nuevo ser adicta a algo o alguien. Quiero mi vida pasada, quiero a mi madre y quiero dormir las próximas noches del mes de agosto junto a ¿alguien? Llámalo egoísmo o llámalo cambio, como mejor te venga y convenza, pero la vida cambia, las cosas cambian, la gente cambia, y el mundo y las personas sumergidas en él se vuelven locas. Puta locura. Pues básicamente así es como me parece la vida, llena de soledad, de miseria, de sufrimiento y tristeza y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa. Elige la vida… ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones.

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