sábado, 26 de noviembre de 2011

todasputas

Se limitó a sentarse lentamente en la silla del escritorio y sin mostrar un ápice de enfurecimiento y, mucho menos de arrepentimiento por lo que iba a pronunciar, tan solo le dijo -!Cállate, puta!- y fue lo más sensato que le oí decir en toda su vida.

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