lunes, 3 de mayo de 2010

Me siento segura de lo que soy. Han sido dos messe excelentes, increibles y maravillosos que no han acabado como yo esperaba. Esta claro que todo tiene que acabar pero entenerme de después de haber finalizado de cosas que me han decepcionado es lo único que lamento de todo. Lamento haber sido tan tonta de haber confiado tanto esa noche. Aún así me siento bien porque aunque ya no quepo por la puerta y la traición me invade, me quiero quedar con lo bueno. No quiero perderlo. Quiero que sea valiente y que me lo diga a la cara. Eso no es posible. Es un cobarde pero ahora quiero que si tiene algún remordimiento y sabe la mierda que me siento debe decir las palabras mágicas. Quiero oir el perdón saliendo por sus labios que tanto me gustaban. Quiero que lo diga porque entonces sé que no lo perderé. Sé muchas más cosas, y aún así me las callaré porque lo único que quiero es oir "perdón". Esto es díficil pero estoy segura y serena. Me siento bien, me gusto a mí misma y sobre todo, he aprendido a quererme y a que yo soy la única que puede respetarme porque hasta ahora nadie más lo ha hecho y ayer me di cuenta que el respeto se fue con todo y también con la decepción por la borda. Quiero oir esas bonitas palabras, que no harán que me sienta mejor, no me curarán, no harán nada nuevo en mí, pero sí que me servirán para no perderlo. Eso si que no quiero. Lo quiero para mí. No se merece nada. Siento raabia, pero aún así no quiero perder dos meses de mi vida. Sé que me miente. Sé que no quiere hacerme daño, pero aún así ya lo ha hecho y sé que me sigue mintiendo. Es un cabrón y yo una cabrona porque ante todo no quiero que se me escape. También soy una ilusa por creer que todo iría bien. Soy una ilusa porque pensé que me quería y ahora no sabe que ni si quiera que es el querer. Hoy me quiero y aunque sea yo sóla la que me quiera a mí misma, no me importa porque soy tan hipócrita que no olvidaré lo bueno, que no quiero dejarlo escapar y que quizás esas palabritas tan bonitas me ayuden a seguir queriendome a mi mísma y a ser egoísta, pero esta vez no para quedarmelo para mí sola, sino para quererme a mí y no soltarme nunca Hoy me siento bien. Hoy me quiero. Hoy seguiré agrandeciéndolo todo en silencio y sin hablarle ni una sola palabra hasta que delante de mi cara me diga las palabritas mágicas salidas de esos labios que quería y ya no sé si puedo comer.

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