viernes, 19 de agosto de 2011

X

Cincuenta, un número bonito, redondo, perfecto. Y es que ojalá hubiera un reglamento para la perfección, pero lo cierto es que no lo hay, no existe. Ojalá también hubiera una alternativa distinta al hablar, y es que, aunque las hay, siempre acabamos abriendo nuestra enorme boca. Si tuviera que adivinar el porqué diría que tiene mucho que ver con el miedo, el miedo al fracaso, al dolor, el miedo a ese momento en que cuando alguien, llamémoslo "X", habla y sabemos que dirá antes incluso de que comience a pronunciar la primera sílaba. Lo cierto es que la vida está llena de "equis" por todas partes, cuestión matemática supongo. 

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